Cómo nos afecta la hipertensión arterial
La hipertensión arterial (HTA) afecta del 30% al 45% de la población adulta mundial y es el principal factor de riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares, especialmente enfermedad coronaria y enfermedad cerebrovascular, pero también para la enfermedad renal crónica, la insuficiencia cardíaca y la demencia.
La Organización Mundial de la Salud informa de que esta enfermedad provoca cada año 7,5 millones de muertes.
Esta enfermedad que puede pasar inadvertida debido a que sus síntomas no son reconocibles hasta que se padece una enfermedad asociada. Se produce cuando se elevan los niveles de presión arterial de forma continuada o sostenida.
Esto hace que la masa muscular del corazón se hipertrofie o crezca para poder hacer frente a este sobreesfuerzo y acaba siendo perjudicial porque no viene acompañado de un aumento equivalente del riego sanguíneo.
¿Qué es la tensión arterial?
La tensión arterial es la fuerza de la sangre al empujar contra las paredes de las arterias. Cada vez que el corazón late, bombea sangre hacia las arterias. La presión arterial es más alta cuando el corazón late, bombeando la sangre. Esto se llama presión sistólica. Cuando el corazón está en reposo, entre latidos, la presión arterial baja. Esto se llama presión diastólica.
¿Cómo se diagnostica?
La tensión arterial alta no tiene síntomas específicos. Por ello, la única manera de averiguar si usted tiene tensión arterial alta es a través de chequeos regulares cuando visite a su médico, el cual utilizará un medidor y un estetoscopio tomando dos o más mediciones en citas médicas distintas antes de hacer un diagnóstico.
Según la Asociación Americana del Corazón, en adultos los niveles normales de tensión arterial sistólica (máxima) están entre 120-139 mmHg, y las de diastólica (mínima) entre 80 y 89 mmHg. Cifras más bajas también pueden considerarse normales, siempre que no provoquen ningún síntoma.
¿Por qué debo mantenerme controlado?
En pacientes diabéticos o con riesgo cardiovascular elevado se recomienda mantener cifras de tensión por debajo de 130/80 mm Hg. El control estricto en este rango reduce la morbimortalidad cardiovascular y renal en mayor grado que el control del resto de las complicaciones.
La hipertensión arterial muestra una prevalencia muy alta en la diabetes mellitus tipo 2 siendo 1,5-2 veces superior que, en pacientes no diabéticos, de esta forma entre un 50 y un 60% de los diabéticos son hipertensos, porcentaje que aumenta con la edad y con la presencia de nefropatía.
Significa además un factor de riesgo importante para el desarrollo de complicaciones cardiovasculares en la diabetes mellitus, tanto macrovasculares (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, enfermedad cerebral vascular y enfermedad arterial periférica) como microvasculares (nefropatía, retinopatía y neuropatía). El 75% de las complicaciones macrovasculares que se presentan en los diabéticos son debidas a las HTA.
La HTA propicia la aterosclerosis y fenómenos de trombosis, que a su vez pueden derivar en un infarto de miocardio o en un ictus, de hecho, la hipertensión aumenta entre cuatro y seis veces las probabilidades de padecer un infarto cerebral.
La relación entre TA y riesgo cardiovascular es continua. Cuanto mayor sea la reducción de la tensión arterial en los pacientes diabéticos, menor será el riesgo.
El tratamiento precoz de la HTA es muy importante en el diabético ya que logra una mayor prevención de las complicaciones cardiovasculares, minimiza la progresión a retinopatía y nefropatía y probablemente ejerza un efecto beneficioso al evitar una mayor rigidez vascular condicionada por la HTA no tratada.
Cómo puedo controlar la hipertensión arterial.
El diagnóstico temprano y cambios simples y saludables en su estilo de vida pueden prevenir que la HTA dañe gravemente su salud. Por esta razón, te recomiendo una serie de medidas para disminuir este riesgo:
- No fumes. El tabaco aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardiaca. Las personas hipertensas fumadoras multiplican el efecto perjudicial del tabaco. Dejar de fumar tiene unos efectos positivos superiores a cualquier medicación.
- Limita el consumo de sal: las personas normotensas no deben consumir más de cinco gramos de sal al día, una cantidad que se reduce en personas hipertensas. Además, consumir con mucha moderación ultraprocesados y precocinados, que tienen mucha sal.
- Cuidado con el alcohol: Incrementa la TA. Los hombres no deben beber más de dos tragos al día, y las mujeres sólo uno.
- Ejercítate. La realización de ejercicio físico regular consigue bajar las cifras de tensión arterial. Además, aumenta la masa muscular y la capacidad de esfuerzo, ayuda a controlar el peso y logra disminuir el riesgo cardiovascular.
- Controla tu peso. El sobrepeso es una causa de hipertensión. Disminuirlo reduce la tensión arterial y disminuye el riesgo cardiovascular.
- Practica una dieta cardiosaludable. Los hipertensos deben disminuir el consumo de sal y alimentos que la contengan. También es necesario consumir frutas, verduras, legumbres, frutos secos, pan y otros cereales. Por último, usar aceite de oliva como grasa principal e incrementar la ingesta de aves y pescado en detrimento de las carnes rojas.
- Controlar el estrés: Aprender a relajarse y manejar el estrés puede mejorar su salud emocional y física y disminuir la tensión arterial. Las técnicas de manejo del estrés incluyen hacer ejercicio, escuchar música, concentrarse en algo tranquilo o sereno y meditar.
- Tratamiento farmacológico. Si eres hipertenso no puedes conformarte con las recomendaciones anteriores, ya que es posible que debas seguir un tratamiento farmacológico. Los resultados no siempre reflejan una reducción inmediata de la tensión arterial, así que es necesario esperar un poco antes de plantearle al médico un cambio de medicación.
¿Cuándo debe iniciarse el tratamiento farmacológico?
El primer paso es confirmar el diagnóstico de HTA mediante las mediciones adecuadas y repetidas. Una vez diagnosticada, se decidirá por un profesional de la salud si iniciar medidas higiénico-dietéticas y cambios en el estilo de vida de manera aislada o simultáneamente con tratamiento farmacológico.
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