
La sangre está compuesta por diversos tipos celulares, todos ellos originados en las células madre hematopoyéticas, ubicadas en la médula ósea. Estas células madre se dividen y se transforman en glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
A veces, estas células madre sufren mutaciones genéticas. Algunas de esas mutaciones pueden ser dañinas, pero otras pueden resultar beneficiosas, como las halladas en el gen DNMT3A, implicado en la regulación de la expresión genética.
Investigadores del Instituto Francis Crick en Londres luego de un exhaustivo estudio han llegado a una conclusión: Las personas que han donado sangre más de 100 veces en su vida tienen células sanguíneas con ciertas mutaciones beneficiosas.
Estas mutaciones, localizadas en el gen DNMT3A, ayudan al cuerpo a producir células sanguíneas más sanas, y pueden incluso reducir el riesgo de desarrollar cáncer de la sangre (leucemias, linfomas, mielomas).
Cada vez que donamos sangre, tenemos un pico de eritropoyetina (hormona que estimula la producción de glóbulos rojos) en tu sistema que favorece el crecimiento de las células sanguíneas con mutaciones en DNMT3A.
Donar sangre no solo puede salvar otras vidas, sino que podría fortalecer tu propio sistema sanguíneo.
Estos descubrimientos aportan una nueva dimensión al acto de donar sangre. Lo que hasta ahora se veía como un gesto puramente altruista podría tener beneficios inesperados para el donante. Así que la próxima vez que te acerques a donar, puede que también estés invirtiendo en tu propia salud celular.
REFERENCIA
Clonal Hematopoiesis Landscape in Frequent Blood Donors