06/11/2024
mutilación genital femenina

Cuando se habla de mutilación genital femenina es probable que pensemos en actos traumáticos involuntarios que afecten a los genitales externos de la mujer. Difícilmente podríamos pensar que se tratase de “costumbres ancestrales para controlar la sexualidad, así como mantener la pureza y la virginidad de las féminas”.

Precisamente esa es la justificación para realizar este proceder no médico a millones de niñas generalmente entre 0-15 años de edad. En franca violación de sus derechos humanos cerca de 4.3 millones de niñas fueron mutiladas sexualmente en todo el mundo en el año 2023 según la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Se estima en más de 200 millones las mujeres que han sido víctimas de esta práctica.

Según denuncia la ONU su práctica se extiende por más de 30 países fundamentalmente en África y Asia meridional. Pero lo peor de todo es que aún se encuentra legalizada en cinco países: Chad, Mali, Liberia, Sudán y Somalia.

Desde el 20 de diciembre del 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió un decreto prohibiendo este tipo de práctica. En el 2016 la Unión Africana también prohibió la mutilación genital femenina.

Otros países

Sin embargo, su vigencia permanece, quizás escondida en falsas creencias religiosas, de higiene e incluso como forma de aceptación social. Otros la justifican como una medida preventiva para las niñas que viven en zonas de gran inseguridad donde las violaciones están a la orden del día y en el que un embarazo significaría ser repudiadas el resto de sus vidas.

Muchas veces los padres aceptan esta práctica como garantía de un matrimonio con ventajas sociales, algo que en la mayoría de las ocasiones solo se queda en esperanza.

Aunque no se ha definido el momento exacto de su surgimiento, se conoce que es anterior al cristianismo y al islam. Se han encontrado momias egipcias con signos de mutilación genital femenina. Algunos historiadores importantes afirman que ya en el siglo V a. C era practicada por tribus etíopes, fenicias, mujeres Arunta en Australia, así como en zonas tropicales de África y Filipinas.

La mutilación genital femenina responde a un entramado socio cultural muy fuerte, varía de una región a otra y ha estado presente en diferentes épocas. Entre sus principales razones están:

  • Presión social sobre la mujer para que no se aparte de las normas sociales y siga las costumbres o no será aceptada socialmente. Esto lo hace un proceder poco cuestionado y perpetuo.
  • Se le considera una parte importante durante la crianza de la niña y de preparación para el matrimonio.
  • Aunque no existen pruebas documentales para su práctica se ha hecho creer que tiene un respaldo religioso.
  • Adopción de modelos culturales basados en la percepción de que estos procederes incrementan la belleza y la pureza al eliminar zonas poco estéticas.
  • Implica un gran valor antes del matrimonio para encontrar marido y luego de este para supuestamente incrementar el placer masculino y reducir el deseo sexual femenino. Creyendo ser más seguro para evitar la infidelidad de la esposa.

Esta tarea, convertida en un ritual, con frecuencia es realizada por las abuelas a pedido de los padres.

En la mayoría de los casos se utilizan instrumentos como cuchillas, bisturíes, tijeras, pedazos de vidrio y cuchillos adaptados.

Se realizan diversas técnicas según la etnia y las costumbres predominantes. Se practican en condiciones no estériles que incrementan los riesgos de infecciones y hemorragias. También la ausencia de anestesia la hace extremadamente dolorosa elevando el sufrimiento físico y emocional de estas mujeres y niñas.

Todo comienza sentando a la niña desnuda y donde al menos tres personas la sujetan firmemente, ya que es un proceder muy doloroso. Abriéndoles los muslos aseguran una posición cómoda para que la anciana a cargo realice los diferentes cortes y raspados necesarios para eliminar parte de los genitales. Aunque el llanto y los gritos de la niña, acompañado de una abundante hemorragia dominan el panorama nada detiene a los adultos y la labor continúa.

  1. Clitoridectomía: Extirpación total o parcial del clítoris

2. Escisión:  Eliminación parcial o total del clítoris y los labios menores.

3. Infibulación: Forma más extrema de mutilación genital femenina e implica la eliminación del clítoris, los labios menores y mayores, y la posterior sutura de los labios mayores, dejando solo un pequeño orificio para la salida de la orina y la menstruación.

Al terminar la cirugía se aplica una pasta y con espinas de acacia se cosen ambos labios mayores perforándolos muchas veces y uniéndolos con hilo de coser o crin de caballo. Como punto final, para asegurarse de que no se vuelva a abrir lo cerrado, se inmoviliza a la niña entre 10 y 14 días, amarrándola con telas desde la cadera hasta los pies. En semanas posteriores probablemente mueran algunas por infecciones, tétanos o hemorragias.

A largo plazo quedan con secuelas importantes como: incontinencia e infecciones recurrentes del tracto urinario, relaciones sexuales dolorosas, formación de queloides, disfunción sexual y efectos psicológicos importantes.

A menudo la mutilación genital femenina es un foco de transmisión de enfermedades como el VIH. Esto sucede por la gran cantidad de niñas que son sometidos a esta práctica el mismo día, unido al gran sangramiento que esto provoca y a las condiciones de poca higiene y de antisepsia utilizadas.

Estudios recientes han demostrado que las mujeres que han sido infibuladas son más propensas a partos prolongados y obstrucciones durante este, incrementando la muerte neonatal.

Datos actualizados aportados por la OMS, UNICEF y UNFPA informan que precisamente los países con más alta prevalencia de mutilación genital femenina son los que presentan mayor tasa de muertes maternas.

A modo de resumen podemos decir que la mutilación genital femenina es un ritual que viola los derechos humanos de la mujeres y niñas. Trae complicaciones para la salud que pueden llevar a la muerte y que a largo plazo dejan secuelas importantes desde el punto de vista biológico y psicológico.

Aunque todo esto es ampliamente conocido, su práctica sigue en ascenso impulsada por la creciente natalidad de los países donde se practica y teniendo como defensa un gran escudo socio cultural y religioso que no cede aún ante la emisión de leyes que prohíben su uso.

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