¿Por qué debo cuidar mis pies?
Según la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD) la amputación en miembros inferiores es 15 veces más frecuente en personas que sufren diabetes que en la población general. De ahí la importancia de proteger tus pies de una úlcera.
En el paciente con diabetes, la neuropatía periférica es la complicación más precoz, lo que junto a la disminución de la circulación sanguínea en los miembros inferiores da lugar a una pérdida de la señal de alarma al dolor en esta zona.
Esto, junto a la falta de protección, hacen que los pies se conviertan en posible puerta de entrada de gérmenes, dando paso a un una úlcera, que en muchos casos evoluciona fatalmente hacia la amputación.
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¿Cómo puedes proteger tus pies de una úlcera?
Observa diariamente tus pies, busca cualquier pequeña rozadura, herida o enrojecimiento. Debes controlar seis lugares en la planta del pie: la punta del dedo gordo, la base de los dedos pequeños, la base de los dedos medios, también el talón y la parte exterior del pie y la planta.
Mantén los pies limpios, lavándolos a diario con agua tibia (recuerda que pueden estar dañados los nervios que conducen la sensibilidad térmica y no advertir que el agua está lo suficientemente caliente para producir una quemadura) y jabón.
Debes ser minucioso, esforzándote por eliminar la humedad de la zona interdigital. Para secar los pies es mejor hacerlo por contacto, evitando en lo posible la fricción y prestando atención especial a las zonas interdigitales. En caso de que tuviese excesiva sudoración, se recomienda aplicar varios polvos de talco después del lavado diario. Luego de la higiene diaria hay que aplicar crema hidratante en talón, planta y dorso de ambos pies para evitar la sequedad.
Para las uñas, utiliza tijeras de punta roma y lima de cartón. Todo ello, con una buena luz y sirviéndose de la ayuda de una lupa y espejo, si fuera necesario. Nunca se deben utilizar tijeras de punta afilada, corta uñas u otros objetos punzantes. Tampoco limas metálicas, callicidas ni piedra pómez. Se deben cortar las uñas en forma recta evitando cortar los lados. En cualquier caso, siempre que no se puedan realizar estos cuidados con la precisión que requieren, debe acudirse al podólogo.
No utilice callicidas, ni manipule sus callos u otras lesiones de sus pies. Si detecta cualquier infección, es recomendable que consulte a su podólogo.
Nunca uses medias sintéticas y con costuras gruesas, ni ligas, ni fajas que compriman y comprometan la circulación. Lo más adecuado es utilizar medias de fibras naturales (algodón, hilo o lana) y de tonos claros para la detección precoz de las heridas. Para calentarse los pies, no utilices mantas eléctricas ni bolsas de agua caliente. Tampoco conviene sentarse cerca de estufas o braseros por riesgo de quemaduras si la sensibilidad térmica esta alterada.
Revisa cada día el interior del cazado con la mano en busca de cualquier cosa que, por pequeña que sea (piedrecita,…), pase inadvertida y pueda ocasionarte una lesión.
Cuando estrenes zapatos, conviene hacer una adaptación lenta utilizándolos no más de una hora seguida los primeros días. Escoger como horario de compra de calzado la última hora de la tarde, ya que es cuando el pie se encuentra más dilatado. No andar nunca descalzo, ni siquiera por la playa. En casa, utilizar zapatillas cómodas.
Respecto a las heridas y curas, es preciso que sean evaluadas por el médico, quien le indicará el tipo de cuidados que hay que realizar sobre la misma.
Observa y cuida la aparición de lesiones. Protege tus pies de una úlcera.
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